lunes, 16 de noviembre de 2015

Desarrollo

Biografía y trayectoria de vida

Valentina nos cuenta parte de su biografía en una entrevista que le hicieron en el 2011.
En la entrevista por Rosa María Ordaz en el 2011 Valentina Alazraki dice: Nací en la ciudad de México, soy hija de padre mexicano y madre italiana. Estudié ciencias de la comunicación y ciencias políticas en Roma, mientras hacía mi carrera comencé a hacer prácticas en TELEVISA en el año de 1974, en 1977 empecé a enviar notas a mi país. En 1978 se murió el Papa Paulo VI. El 10 de agosto de 1978 pensaba regresarme a México definitivamente, porque yo tenía una beca para cursar la carrera de Relaciones Internacionales, iba a tener un puesto en TELEVISA como reportera. Salía de Roma el 10 de agosto, pero el 6 de agosto de 1978 murió el Papa Paulo VI, y mis jefes en TELEVISA me pidieron que me quedará 1 mes para cubrir el conclave y la elección del nuevo Papa. En ese entonces vino desde México Joaquín López Doriga, yo lo apoyaba en todo lo que podía mientras él hacía su trabajo. Para ese entonces yo lo asistí muy poco porque no sabía gran cosa. Justo en este conclave elijen a Juan Pablo I. En esa época mi mamá se enfermo decidimos ir a México, ella ya estaba muy mal de cáncer; esa misma noche que estábamos en el hospital, el Papa Juan Pablo I murió. Me fui a Roma nuevamente y finalmente como mi mamá estaba bastante mal, entonces mi jefe Jacobo Zabludovsky me dijo que me regresará a México y que después iba a poder cubrir otros Papas. El día de la elección de Juan Pablo II yo no estaba en la plaza San Pedro porque me encontraba en el hospital al lado de mi madre. Después de eso me regrese a Roma con mi mamá,  mi proyecto de volverme definitivamente a México ya no se realizó, primero porque mi mamá estaba enferma y segundo porque desde la elección del Papa Juan Pablo II, todos nos dimos cuenta que estaba empezando un pontificado extraordinario, totalmente nuevo con respecto al anterior, por la personalidad misma del Papa Karol Wojtyla quien era un Papa joven, que hablaba idiomas, simpático, con mucho carisma, poder de comunicación y de atracción para los medios. Entonces mis mismos jefes me dijeron que  consideraban que no valía la pena que me trasladase a México, sino que era mucho más importante que permaneciera en Roma cubriendo la fuente del Vaticano.
Por todas estas razones coyunturales me quede en Roma. Al poco tiempo de la elección de Juan Pablo II, se anuncia que el Papa va a ir a México invitado por la Conferencia Episcopal Latinoamericana, invitación que ya le habían hecho al Papa Paulo VI la cual había rechazado por motivos de edad y de salud y también a Juan Pablo I, éste desafortunadamente no tuvo tiempo para contestar dicha invitación  porque falleció a los pocos días de su pontificado. A partir de Juan Pablo II empieza una historia increíble, comencé a seguirle y a estar con él en todos sus viajes desde su primera visita a México, la cual fue maravillosa, ahí, él se estreno como Papa y me tocó entrevistarlo. De los 26 años y medio de su pontificado y de los 104 viajes internacionales lo acompañé en 100 viajes.
Cuenta Jacobo Zabludovsky con Valentina (Entrevista por José Luis Esquivel Hernández para la Revista Mexicana de Comunicación):
Jovencita aún, a punto de cumplir los 17 años de edad, Valentina fue un día a ver a Jacobo Zabludovsky, quien por el año 1970 había comenzado a recultar personas que pudieran conformar por primera vez la red de corresponsales de Televisa en las ciudades más importantes donde pudieran ocurrir hechos de interés para ser relatados en el programa “24 Horas” que empezaba su emisión nocturna.
Benito Alazraki, mi amigo” –platica Jacobo–, “me llamó por teléfono y me dijo que su ex esposa se regresaba a vivir a Roma y se llevaba con ella a su hija Valentina, a quien me recomendaba por si acaso había un trabajo para ella en la llamada Ciudad Eterna”.
Zabludovski comenta, con esa gracia que caracteriza sus charlas, que ese año de 1970 recibió a la señora y a su hija Valentina en quien descubrió un carisma muy especial reflejado en su mirada y en todo su rostro de niña bonita, por lo cual no dudó en hacerla debutar como periodista, a pesar de no haber trabajado nunca en un periódico.
“¿Qué sabes hacer?”, le pregunté -comenta Jacobo todavía satisfecho de aquella gran contratación.
“Nada” -fue la respuesta seca de Valentina -según Jacobo, quien no tuvo empacho en aceptar que era lo mejor en ese tiempo en que él deseaba periodistas sin los vicios de los periodistas viejos, sin referirse necesariamente a la cuestión ética de la corrupción, sino a las rutinas y deformaciones que muchas veces van anclándose en la tarea cotiodiana de los veteranos.
“Muy bien” -le dije yo-, y continúa Zabludovsky su anécdota: “Pero debes hablar algún idioma más que el español. Y entonces ella me hizo saber que no se le dificultaba el italiano, el inglés y el francés, lo que me dio pie para darle la noticia que no esperaba: Vas a ser corresponsal de Televisa en Roma”.
“¿Y qué es eso?” -dijo con asombro Valentina.
Entonces Jacobo recurrió al conocido principio que enrumbó por el periodismo al enorme escritor inglés Mark Twain y que éste escuchó de su primer director al ir a buscar trabajo de reportero, y con ciertas variantes del original  principio periodístico, le recomendó a Alazraki: “Sal a la calle, mira lo que pasa y escucha lo que más te llama la atención. Lo escribes en una libreta y luego me lo cuentas por teléfono”.
Jacobo expresa todavía hoy, en el 2013, que tenía fundada confianza en el trabajo de quien iba a dar plena cobertura a las noticias que más les interesan a muchos mexicanos, por ser este país tan católico y ser el Vaticano el Estado donde reside el líder de la Iglesia Católica, más todo lo que ocurriera en la ciudad de Roma y sus alrededores.
Valentina, entonces, se sumó a los corresponsales en Madrid (Joaquín Peláez, que hacía programas infantiles para la TV española), en Washington (Yolanda Sánchez, que trabajaba entonces para el PRI en Estados Unidos), en Nueva York (Jesús Hermida, que conoció a Jacobo en la primera elección presidencial de Richard Nixon) y de Argentina.
Pero esta hermosa mujer fue más allá del simple papel de “ver, oír y contar” del reportero rutinario y poco a poco empezó a escalar la cumbre del periodismo internacional al grado de llegar a ser la presidenta de la Asociación de Corresponsales en el Vaticano, y cuando Karol Woltiwa fue electo como Juan Pablo II en octubre de 1978, fue de las primeras que supo de su visita a México en enero de 1979, cuando antes los Papas no viajaban y menos a América.
A partir de ahí los bonos profesionales de Valentina Alazraki crecieron como la espuma, y al dejar Jacobo Zabludovsky su programa “24 Horas” en enero de 1998 y luego de despedirse de Televisa, se pensaba en un cambio en la corresponsalía en el Vaticano pero ella retomó con más vigor su labor informativa y consolidó su presencia ahí donde había empezado a hacer sus “pininos” para la TV mexicana.
Y hasta la fecha sigue siendo referente obligado en el campo informativo internacional pues ha volcado sus reportajes y entrevistas -sus vivencias en general- en libros amenos y obras de consulta cuando se trata de conocer los hechos más sobresaliente en el Vaticano y con los Papas Juan Pablo II o Benedicto XVI.
Por eso el nombre de Valentina Alazraki está asociado al revuelo de noticias que ha traído el nuevo relevo papal, con motivo de la renuncia sorpresiva y sorpredente del alemán Joseph Ratiznger a la sede vaticana. Y ella, con un dejo de sorpresa también, simplemente está feliz a donde la ha llevado el periodismo y no deja de cantar: “¡Cómo han pasado los años!”…

Valentina Alazraki en el libro llamado “La luz eterna de Juan Pablo II” “Santo súbito!”, “¡Santo ya!”, gritaban los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante los solemnes funerales de Juan Pablo II. Cuarenta y dos días después, el 13 de mayo de 2005, Benedicto XVI leyó el decreto que marcó el inicio del camino hacia su beatificación. Valentina Alazraki rememora este episodio en el Vaticano, doloroso para muchos, que representó despedirse del Papa Viajero que predicó el Evangelio en los cinco continentes y cuya memoria sigue presente en las miles de personas que atestiguaron su labor en el mundo. Por esa razón, y tomando como punto de partida el proceso de su causa de beatificación, Alazraki ha escrito un testimonio invaluable que revela detalles inéditos y retrata, como nunca antes, a Juan Pablo II, el Papa más cercano a México. Aquí está el recuento de la alegría, el dolor y la obra del hombre que permanecerá en nuestra memoria; en los corazones de los que le conocieron; en la fe de los que le siguieron y en la esperanza de los que aún ven en él a una roca, un guía y un protector. Su recuerdo estará presente en los millones de personas que vivieron sus enseñanzas y su amor por el Evangelio.









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