Biografía y trayectoria de vida
Valentina nos cuenta parte de su biografía
en una entrevista que le hicieron en el 2011.
En la entrevista por Rosa María Ordaz
en el 2011 Valentina Alazraki dice: Nací
en la ciudad de México, soy hija de padre mexicano y madre italiana. Estudié
ciencias de la comunicación y ciencias políticas en Roma, mientras hacía mi
carrera comencé a hacer prácticas en TELEVISA en el año de 1974, en 1977 empecé
a enviar notas a mi país. En 1978 se murió el Papa Paulo VI. El 10 de agosto de
1978 pensaba regresarme a México definitivamente, porque yo tenía una beca para
cursar la carrera de Relaciones Internacionales, iba a tener un puesto en
TELEVISA como reportera. Salía de Roma el 10 de agosto, pero el 6 de agosto de
1978 murió el Papa Paulo VI, y mis jefes en TELEVISA me pidieron que me quedará
1 mes para cubrir el conclave y la elección del nuevo Papa. En ese entonces
vino desde México Joaquín López Doriga, yo lo apoyaba en todo lo que podía
mientras él hacía su trabajo. Para ese entonces yo lo asistí muy poco porque no
sabía gran cosa. Justo en este conclave elijen a Juan Pablo I. En esa época mi
mamá se enfermo decidimos ir a México, ella ya estaba muy mal de cáncer; esa
misma noche que estábamos en el hospital, el Papa Juan Pablo I murió. Me fui a
Roma nuevamente y finalmente como mi mamá estaba bastante mal, entonces mi jefe
Jacobo Zabludovsky me dijo que me regresará a México y que después iba a poder
cubrir otros Papas. El día de la elección de Juan Pablo II yo no estaba en la
plaza San Pedro porque me encontraba en el hospital al lado de mi madre.
Después de eso me regrese a Roma con mi mamá, mi
proyecto de volverme definitivamente a México ya no se realizó, primero porque
mi mamá estaba enferma y segundo porque desde la elección del Papa Juan Pablo
II, todos nos dimos cuenta que estaba empezando un pontificado extraordinario,
totalmente nuevo con respecto al anterior, por la personalidad misma del Papa
Karol Wojtyla quien era un Papa joven, que hablaba idiomas, simpático, con
mucho carisma, poder de comunicación y de atracción para los medios. Entonces
mis mismos jefes me dijeron que consideraban
que no valía la pena que me trasladase a México, sino que era mucho más
importante que permaneciera en Roma cubriendo la fuente del Vaticano.
Por todas estas razones coyunturales
me quede en Roma. Al poco tiempo de la elección de Juan Pablo II, se anuncia
que el Papa va a ir a México invitado por la Conferencia Episcopal
Latinoamericana, invitación que ya le habían hecho al Papa Paulo VI la cual
había rechazado por motivos de edad y de salud y también a Juan Pablo I, éste
desafortunadamente no tuvo tiempo para contestar dicha invitación porque falleció a los pocos días
de su pontificado. A partir de Juan Pablo II empieza una historia increíble, comencé
a seguirle y a estar con él en todos sus viajes desde su primera visita a
México, la cual fue maravillosa, ahí, él se estreno como Papa y me tocó
entrevistarlo. De los 26 años y medio de su pontificado y de los 104 viajes
internacionales lo acompañé en 100 viajes.
Cuenta Jacobo
Zabludovsky con Valentina (Entrevista por José Luis Esquivel Hernández para la
Revista Mexicana de Comunicación):
Jovencita
aún, a punto de cumplir los 17 años de edad, Valentina fue un
día a ver a Jacobo Zabludovsky, quien por el año 1970 había
comenzado a recultar personas que pudieran conformar por primera vez la red de
corresponsales de Televisa en las ciudades más importantes donde pudieran
ocurrir hechos de interés para ser relatados en el programa “24 Horas” que
empezaba su emisión nocturna.
“Benito Alazraki, mi amigo” –platica Jacobo–, “me
llamó por teléfono y me dijo que su ex esposa se regresaba a vivir a Roma
y se llevaba con ella a su hija Valentina, a quien me recomendaba por si
acaso había un trabajo para ella en la llamada Ciudad Eterna”.
Zabludovski
comenta, con esa gracia que caracteriza sus charlas, que ese año de 1970
recibió a la señora y a su hija Valentina en quien descubrió un carisma
muy especial reflejado en su mirada y en todo su rostro de niña bonita, por lo
cual no dudó en hacerla debutar como periodista, a pesar de no haber trabajado
nunca en un periódico.
“¿Qué sabes
hacer?”, le pregunté -comenta Jacobo todavía satisfecho de aquella gran
contratación.
“Nada” -fue
la respuesta seca de Valentina -según Jacobo, quien no tuvo empacho
en aceptar que era lo mejor en ese tiempo en que él deseaba periodistas sin los
vicios de los periodistas viejos, sin referirse necesariamente a la cuestión
ética de la corrupción, sino a las rutinas y deformaciones que muchas veces van
anclándose en la tarea cotiodiana de los veteranos.
“Muy bien”
-le dije yo-, y continúa Zabludovsky su anécdota: “Pero debes hablar algún
idioma más que el español. Y entonces ella me hizo saber que no se le
dificultaba el italiano, el inglés y el francés, lo que me dio pie para darle
la noticia que no esperaba: Vas a ser corresponsal de Televisa en Roma”.
“¿Y qué es
eso?” -dijo con asombro Valentina.

Jacobo
expresa todavía hoy, en el 2013, que tenía fundada confianza en el trabajo de
quien iba a dar plena cobertura a las noticias que más les interesan a muchos
mexicanos, por ser este país tan católico y ser el Vaticano el Estado donde
reside el líder de la Iglesia Católica, más todo lo que ocurriera en la ciudad
de Roma y sus alrededores.
Valentina,
entonces, se sumó a los corresponsales en Madrid (Joaquín Peláez, que hacía
programas infantiles para la TV española), en Washington (Yolanda Sánchez,
que trabajaba entonces para el PRI en Estados Unidos), en Nueva York (Jesús Hermida, que conoció a Jacobo
en la primera elección presidencial de Richard Nixon) y de Argentina.
Pero esta
hermosa mujer fue más allá del simple papel de “ver, oír y contar” del
reportero rutinario y poco a poco empezó a escalar la cumbre del periodismo
internacional al grado de llegar a ser la presidenta de la Asociación de
Corresponsales en el Vaticano, y cuando Karol Woltiwa fue electo como Juan
Pablo II en octubre de 1978, fue de las primeras que supo de su visita a
México en enero de 1979, cuando antes los Papas no viajaban y menos a América.
A partir de
ahí los bonos profesionales de Valentina Alazraki crecieron como la
espuma, y al dejar Jacobo Zabludovsky su programa “24 Horas” en enero de 1998 y
luego de despedirse de Televisa, se pensaba en un cambio en la corresponsalía
en el Vaticano pero ella retomó con más vigor su labor informativa y consolidó
su presencia ahí donde había empezado a hacer sus “pininos” para la TV
mexicana.
Y hasta la
fecha sigue siendo referente obligado en el campo informativo internacional
pues ha volcado sus reportajes y entrevistas -sus vivencias en general- en
libros amenos y obras de consulta cuando se trata de conocer los hechos más
sobresaliente en el Vaticano y con los Papas Juan Pablo II o Benedicto XVI.
Por eso el
nombre de Valentina Alazraki está asociado al revuelo de noticias que
ha traído el nuevo relevo papal, con motivo de la renuncia sorpresiva y
sorpredente del alemán Joseph Ratiznger a la sede vaticana. Y ella, con un
dejo de sorpresa también, simplemente está feliz a donde la ha llevado el
periodismo y no deja de cantar: “¡Cómo han pasado los años!”…
Valentina
Alazraki en el libro llamado “La luz eterna de Juan Pablo II” “Santo súbito!”,
“¡Santo ya!”, gritaban los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante los
solemnes funerales de Juan Pablo II. Cuarenta y dos días después, el 13 de mayo
de 2005, Benedicto XVI leyó el decreto que marcó el inicio del camino hacia su
beatificación. Valentina Alazraki rememora este episodio en el Vaticano,
doloroso para muchos, que representó despedirse del Papa Viajero que predicó el
Evangelio en los cinco continentes y cuya memoria sigue presente en las miles
de personas que atestiguaron su labor en el mundo. Por esa razón, y tomando
como punto de partida el proceso de su causa de beatificación, Alazraki ha
escrito un testimonio invaluable que revela detalles inéditos y retrata, como
nunca antes, a Juan Pablo II, el Papa más cercano a México. Aquí está el
recuento de la alegría, el dolor y la obra del hombre que permanecerá en
nuestra memoria; en los corazones de los que le conocieron; en la fe de los que
le siguieron y en la esperanza de los que aún ven en él a una roca, un guía y
un protector. Su recuerdo estará presente en los millones de personas que
vivieron sus enseñanzas y su amor por el Evangelio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario